Segovia ciudad
Si por algo es famosa esta ciudad, por supuesto es por su acueducto. Maravillosa obra de ingeniería donde además de funcional, es bello y sin usar ningún tipo de cemento. Impresionante el tamaño tanto de longitud como de altura.
Pasamos también por la catedral, el barrio de la judería, el alcázar, la casa de los picos y bueno un sin fin de monumentos y museos más que salpican sobretodo la zona intramuros; pero que también hay cosas que ver fuera de las murallas. Unas imágenes para que os hagáis idea y también unos enlaces donde encontrar mucha información, planos, sugerencias, ...
Eso si, preparaos si lleváis coche, es del todo imposible aparcar en casi toda la ciudad sin que sea zona azul o verde. La zona de pago se extiende mucho más allá del horizonte que se ve desde la torre de la catedral, bueno me he pasado, pero no tanto, no creáis. A pagar visitantes, que sois bienvenidos si os dejáis los dineros.
Vamos a lo gastronómico, también es bien famosa la ciudad por su cochinillo asado, su lechazo asado, los judiones, la trucha, la morcilla y el ponche segoviano. Por supuesto hay muchos más platos, pero creo que son los más representativos. Con esta información nos propusimos tomar en todas las comidas cochinillo y ponche, para comparar los distintos sitios y luego mezclar con otros platos para opinar también de ellos. Con pena de nuestro corazón la trucha no llegamos a pedirla en ningún sitio, otra vez será. Y las cenas hacerlas de picoteo para visitar y hacernos una idea de los locales, que por muchos, pues no podiamos dedicarlos a darnos otra comilona.
Otra recomendación es que si vais a visitar la ciudad en fin de semana y pretendéis comer el alguno de los locales más famosos, hacer una reserva y con tiempo de antelación, que si no es más que probable que tengáis que comer en otro lado. De hecho nosotros llamamos con una semana de antelación y en uno de los que teníamos más interes ya no nos dieron plaza por tenerlo todo ocupado. Ser previsores y reservar. Tenéis que entender, que nos vamos a poner un poco quisquillosos con la opinión del cochinillo y del ponche (el ponche segoviana en un bizcocho borracho, relleno de crema pastelera, recubierto de una capa de mazapán y coronado con azúcar glas tostado formando dibujos geométricos. Se suele servir con natillas, inlcuso con natillas de chocolate; pero nosotros lo hemos pedido sin ellas siempre, para no mezclar otros sabores, ya que pensamos que los postres también los hacen en la casa o así debería ser). Porque todos estaban muy bien, pero claro tenemos que hacer diferencias y las hay. Pero eso no indica que alguno pueda parecer incomible, es simplemente que hay otro mejor. En todos bebimos vino tinto de la casa, que todos erán ribera del Duero y estaban bastante bien. Pero ese tema los dejamos para los catadores y porque eso puede hacer cambiar mucho el precio de la comida, en todos el precio era similar. Pondremos las comidas primero y luego los sitios en los que hemos estado tomando tapas o raciones ¡Ah!, se me olvidaba en todos tomamos café y en todos nos invitaron a un licor al terminar de comer, como viene siendo costumbre en toda España. No ponemos precios, porque dentro de un año, pues serán otros y os estariamos dando una información incorrecta. No olvidéis poner vuestros comentarios. Gracias.
¡Qué lo paséis muy bien!
Entramos en el restaurante "El Sitio". En la parte baja es un bar de tapas y en la primera planta está el restaurante, está en la calle Infanta Isabel, a escasos metros de la plaza mayor. El bar lleno, el restaurante completo. El decorado es típico castellano vigas de madera, mesas y sillas de lo mismo, el local es pequeñito pero acogedor. El personal muy amable y atento con un leve toque de familiaridad en el trato.
De primero pedimos judiones: Los judiones estabán bien de cocción, el sofrito pasable, recordaba mucho a sabor de los callos ¿Y presas? Pues no había casi, faltaba un trozo de todo con lo que tendrían que haber codido los judiones, que aunque bien de cocción si probabas uno sin caldo ninguno, daba la impresión de que se habían cocido a parte, solo en agua, ya que no sabían a nada. Nos desilusinó, esperabamos más de ellos.
Después seguimos con cochinillo asado. Lo primero que nos sorprendió es que venía a pelo, un plato con la ración y punto, nada de guarnición ni en el plato, ni aparte como hacen en otros sitios. Ya el color denotaba falta de tiempo de cocción, que se hizo más que evidente al meter el cuchillo y descubrir una carne fibrosa que no se desprendía del hueso. Por lo que o bien se habían pasado de temperatura y hubo que quitarlo antes o simplemente lo sacaron antes de tiempo. Resumiendo la piel crujiente y la carne fibrosa, algo no cuadraba. De sabor bien, olvidándonos de la poca cocción. No había sabores extraños y de sal bien, le faltaba la ternura.
Pedimos también un magret de pato con salsa de frambuesa. Este plato si es de suspenso total. El magret venía cortado en rodajas y totalmente recubierto de la salsa de frambuesas. Empecemos por el magret, para mi no se debe servir cortado, ya que te privas del placer de sentir el cujiente, que debería estar, de la piel y la grasa bien marcada y no se pierden tanto los jugos de la carne. Con esto quiero decir que el crujiente no existía, tal vez lo salsearon adrede para disimular su mala elaboración. Y si lo salseas en exceso pues eso puede perder todo el gusto. Pon unas gotitas si quieres encima de la carne, pero no nadando en la salsa. Por otro lado vamos a la salsa, yo pregunto ¿Alguién la probó en la cocina? Creo que no, nadie se dio cuenta que estaba ácida, más bien lo siguiente. Incomible de lo ácida que estaba, la probabas y torcias el gesto. Y ya en general si el magret estaba mal marcado, si la salsa estaba incomible y si encima los mezclaron todo sin posibilidad de salvar algo... Pues eso, un plato de desastre. Lo único que se salvaba era la guarnición que lo acompañaba, un rallado de manzana que estaba muy bien.
Postres: El consabido ponche segoviano (sin natillas, pero hay que decirlo que si no, te las ponen de fondo de plato). Se les ocurrió adornarlo con siropes, formando como un sol, lo cual le daba un aspecto mucho más atractivo. El color era extrañamante amarillo en el bizcocho que rezumaba mucho líquido del exceso de borracho. La crema también sospechosamente amarilla de algún colorante. Probamos y notamos y estaba excesivamente borracho de una mezcla hiperdulce. Aquello sólo sabía a ese almibar empalagoso que rezumaba de todo el pastel. No nos agradó demasiado. Cogiendo un poco de la cobertura de mazapán con cuidado de no coger nada mas, esta estaba buena; pero en conjunto no estaba bien. Empalagoso y caldúo.
De precio bien, casi la mitad de los otros que visitamos
Comimos, previa reserva como en todos, en el restaurante Maribel, lleno completo. Este se encuentra a unos 50 metros del acueducto, con muy buenas vistas de la ciudad. El personal muy amable y atento, con aire muy profesional. En lo gastronómico, esto ocurrió:
Lo inauguramos con una cecina de vaca en aceite de oliva. La carne cortada con una finura perfecta, el punto de maduración perfecto por lo que estaba jugosa, en su punto de curación y delicadamente rociada con aceite de oliva virgen extra, sin exceso. Realmente deliciosa.
Seguimos con un revuelto de morcilla con piñones. El revuelto lo presentaron con la forma de un molde redondo y lo coronaron con unas patatas paja muy finas, crujiente y perfectamente fritas. Metemos el tenedor y cogemos un poco con todo, incluido la patatas paja y comparar así como queda todo el conjunto. Aquello fue una autentica explosión de sabor bien conjuntado, y ese toque crujiente de las patatas realzaba auń más la textura del plato. Poco puedo decir sin caer en comparaciones que nunca definirían su sabor. Es simplemente expectacular, un plato de 10, algo extraordinario.
Continuamos con cochinillo asado. Vuelven a ponernoslo solo, a pelo con un mucho de salsa. Lo trinchan y sirven desde una mesa auxiliar que colocan para el momento en un lado de la mesa, muy profesional, cortándolo con una cuchara y un tenedor para que apreciemos los tierno y jugoso que está. Y es cierto lo está. Se aprecia la carne bien hecha, el crujiente de la piel espectacular en la boca. Se nota algo seca la carne, pero que como sirven con bastante salsa , si la cortas y mueves un poco en ella mejora, no cogiendo sabor a sal y manteniendose sus sabores bien equilibrados. Se nota tambien que está algo seca porque la salsa desaparece según vas cortando el cochinillo y se impregna de ella. Buen plato, un cochinillo realmente delicioso.
Postre: Pedimos un sorbete de limón. Poco que decir, pues eso un sorbete de limón al cava bien mezclado con las medidas bien conseguidas de cada ingrediente. Muy refrescante y muy bien de sabor.
Y por supuesto el ponche: Vemos un bizcocho tierno al empujar con la cuchara, de buen color y borracho en su justa medida. La crema aparece de un color propio de la crema. El mazapán con su azúcar tostada y el conjunto está firme y no escurre líquido. Aquí no tienen el detalle de adornar un poco el plato, excepto por tirar un pizco, apenas imperceptible de canela en el plato. Probamos y descubrimos que es tierno, con la jugosidad justa y a pesar de todo el azúcar, se aprecia el sabor amargo del mazapán. Tierno, jugoso y con los sabores en su medida justa. Sin miedo a equivocarme el mejor poche segoviano que he comido nunca.
Precio, pues se sube un poco casi el doble que en el de El Sitio. Nos pusieron unas pastas y algun fruto seco con el café, también obsequio de la casa.
Comemos en El Bernardino, está a medio camino entre el acueducto y la plaza mayor (o catedral, ya que está allí también). También completo, menos mal que habiamos reservado ¡Uf! El personal muy amable y profesional, siempre pendientes.
Comenzamos con unos chorizos de la olla, están muy tiernos y de un sabor delicado, no deja regustos a chorizo de mala calidad o pasado que aprovechan para disimular en la preparación. Pero una presentación un tanto simplona, cazuelita de barro y hemos cumplido, algo más creo. Nos sorprende encontrarlos tiernos y delicados de sabor. Para el que piensa que el chorizo es comida de gañanes, que pruebe estos, se tragará sus palabras jjj.
Seguimos con unas morcillas de Bernardos (Bernardos es un pueblo muy famoso por sus embutidos y en particular por sus morcillas). Estaban jugosas, bien preparadas, de sabor extraordinario (se me está haciendo la boca agua al recordarlo). Pero volvemos a lo facilón en la presentación, toma otra cazuelita de barro. A pesar de lo buenas que estaban, el revuelto del Maribel lo supera ampliamente. Pero es distinta preparación reconozcámoslo. Las dos son muy buena elección.
Después lechazo al horno: nos ponen una soberbia pata de corderito lechal. Bien asada, jugosa, con unas patatas panaderas acompañándola, algo es algo. Un plato realmente estupendo. Ración generosa y muy bien preparada. Si te gusta el cordero es tu elección.
Como no podía faltar, el cochinillo: Al verlo aprecio una ración un tanto pequeña, al compararla con la de los demás sitios; eso si, esta tiene unas patatas panaderas de acompañamiento y poco caldo. Metemos el cuchillo y amigo la cosa cambia, esa carne parece que se desahace, se desprende de los huesos como si hubiera reñido con ellos de lo jugosa y bien hecha que está. En la boca eso se aprecia aún más, casi se disuelve en la boca de lo tierna y mantecosa que está contrastando con lo crujiente de la piel. Un bocado de Dioses, realmente con esta delicia toda ración es pequeña, es su único pecado. El mejor cochinilo que he probado.
Postre: Una tulipa de nata y frambuesas. Bien, una tulipa de pasta brisa rellena con nata casera y con frambuesas y sirope de las mismas. Sin sabores estridentes, ni ácidos no deseados más que los de los frutos que no resaltaban en exceso como para no degustar los otros sabores.
Y por supuesto el ponche: También sin adornar. Para empezar vemos demasiadas capas de bizcoho y de crema y apenas se aprecia una capa de mazapán y mucho azúcar glas. El bizcocho bien horneado y sin apenas emborrachar con muchas capas y entre ellas bien de crema. Probamos y descubrimos que apenas se nota el mazapán, la capa es fina como una hoja de papel y claro apenas se nota. Resulta jugoso por las capas de crema, pero no por el bizcocho y al no tener casi mazapán, resulta muy dulce por tener mucho azúcar glas. Deja poco sabor a poche segoviano pareciendo mas una tarta de crema. Flojito.
Su precio, un euro de diferencia en el total con el Maribel, igual basicamente.
No vamos a hablar de las bebidas, cada cual que pida lo que más le gusta. Ni de precio, dos cañas o dos vinos son similares en todos los sitios. Otra cosa es si pides raciones que tienen su precio aparte, paro nada fuera de lo común en precios, incluso diría que bastante económicos y generosas las raciones. Tampoco ponen peros si pides una tapa de más, no te la cobran en general. Nosotros las hemos tomado con cerveza, con vino e incluso con vermút y ha habido poca diferencia. También hemos puesto pastelería y algún lugar donde tomar una copa.
LA TASQUINA
Tomamos unos torreznos y unos callos segovianos. Los torreznos duros como piedras y los callos; no se, sólo nos tocó los morros de tamaño enorme (tuvimos que pedir un cuchillo para cortarlos) y llenos de pelos. El ambiente ruidoso con música muy alta tipo salsa y similares. Quizás no era nuestro ambiente. Pero no nos gustó nada.
LA CUEVA DE SAN ESTEBAN
Nos pedimos aquí unas morcillas, que estaban secas y duras como ellas solas. Unos trozos pasados por la plancha o sartén requemados por fuera y sin jugosidad ninguna. Y unas patatas bravas: Mal cocidas, mal fritas y la salsa, la salsa era un tomate frito de bote, si como te digo de bote y malo con todo el sabor de las conservas de lata a la que le habían añadido un poco de salsa picante. Un autentico desastre, no pudimos comerlo.
LAS TRES BBB
En plena plaza mayor, al lado de la catedral, con unas vistas desde su terraza impagables. Tomamos unas berenjenas rellenas: Bien, sin muchas pretensiones, se dejaban comer; pero frías. También empanada: Mucho mejor, buena masa y mejor relleno, nos gustó mucho. El local pequeño, pero acogedor. Muy recomendable.
EL FIGÓN DE LOS COMUNEROS
En pleno centro también, al lado del restaurante El Sitio. Por las tardes se pone a reventar. Muy buen servicio y los camareros muy atentos, nos quedamos con las ganas de comer allí, pero no había más días. Tapas muy generosas, baratas y mucha variedad. Destaco las pulguitas que hacen de muchos rellenos, las que más nos gustaron fueron la de jamón y la de tortilla de patata todas con algo más dándole personaldad y distinción. Los mejillones a la vinagreta, increibles de buenos y un tamaño que no se de donde los sacan, enormes. Más flojas la patatas alioli, eran patatas con mayonesa con ajo, nada de all i olli; cosa muy normal fuera de la comunidad valenciana, también algo flojos los mejillones tigres que comimos.
EL DESVÁN
Justo al lado del restaurante El Bernardino, en la esquina de la calle Juan Bravo con la calle Cervantes. Muy buen sitio para descansar, con buenas vistas a la casa de los picos. Tienen vermú de grifo que está bastante bien. Allí tomamos unos torreznos, que estaban bien de sal y de sabor, no sabían a quemado ni estaban muy duros. Unas croquetas, bien sin pretensiones, es normal que un plato como ese al estar en el calienta-tapas pues pierda. Pero sobretodo destacar un salpicón de mariscos, realmente delicioso, trozos generosos y con muy buen sabor.
LA TRÉBEDE
Este es el lugar que más nos ha gustado para tomar unas raciones y unas tapas. Uno, porque se sale del estilo típico. No es de madera, si tiene tapas típicas pero tiene muchas innovadoras. Dos, el local es cómodo, muy luminoso, da a dos calles, ambiente con más parroquianos que turistas (creo que eramos los únicos), porque está un poco a tras mano, pero no lejos de la zona turistica, pero si hay que salirse un poco del camino. Tres, muy muy buena atención. Y cuatro, las tapas y las raciones bien presentadas, muy ricas y generosas, y precio muy bien. Esto es uno de los aperitivos.
Pero esto también lo ponen de aperitivo y es genial, fueron unas cucharitas de gamba con aguacate, de carpaccio de bacalao, de tartar de atún, un volován de mousse de atún, y brochetita de salmón marinado con bolita de melón y sésamo(Pedimos un montón y no nos cobraron más, otro punto. Queriamos pagarlas, porque queriamos probar, peron no nos las cobraron) y tienen mucha variedad. Maravilloso, todo, todo, todo delicioso. Es sólo un bocado pero está muy conjuntado y es más innovador.
Pero lo que más nos gustó, fue una ración de mollejas de cordero, tengo que confesar que no soy mucho de cordero, ese sabor peculiar no me agrada en exceso, y no te quiero contar si ya en vez de cordero es un carnero. No me va... Pero estas mollejas tengo que reconocer que no te dejan sabor, que están en su punto de plancha y cocción y no pude dejar de comerlas. Son extraordinaras.
Por ningún motivo os saltéis este sitio si váis por Segovia, sería un pecado sin perdón.
LOS TARINES
Este lugar, no lo destacamos por su comida. Está en la conocida calle de los bares (En todas las ciudades hay una), esta calle es la Infanta Isabel, donde está el restaurante El Sitio, también El figón de los Comuneros, también el hostal donde nos alojamos Hostal Fornos. Y no podemos decir nada de la comida porque no hemos comido nada allí. Solamente hemos tomado copas, y en concreto mojitos. Ya de vuelta de nuestras andanzas culinarias paramos a refrescar la boca con un mojito que anuncia en el cartel de la fachada. Pensamos que sería de bote, de esos preparados; pues no. Es un mojito como Dios manda, machacando la lima y la menta, con hielo picado al momento, con su tiempo de preparación, una delicia. Pedimos el clásico, pero nos dijo que también lo hacía con sabor a melón y otros. Evidentemente el obrador de ello tiene un nombre y es Miguel Angel.
Su simpatía vale más que todos los mojitos que nos tomamos (Demasiados, ya te digo). Nos llamó la atención el nombre del local y nos comentó que es el mote familiar. A su padre lo apodaban Tarín y claro en conjunto son Los Tarines. No escatima en detalles para preparar este cóctel, le da tiempo y cariño, y eso se nota en el resultado. Es un mojito delicioso, de los mejores que yo me he tomado. Pero si además le añades la compañía de Miguel Angel y sus historias, se convierte en una copa inolvidable.
Nos dió palique y nos contó un sin fin de cosas sobre Segovia y de sus andanzas juveniles. En resultas pasamos una noche estupenda entre buenas copas y mucha mejor compañía. Lugar donde acabaron todos los camareros de los lugares cercanos. Por algo será. El fin de semana, es casi imposible entrar de lo lleno que está; pero no debéis dejar de tomar una copa allí, seguro que tiene un rato y un detalle para ti. Se ocupa de todo el mundo que pasa por su negocio.
DESAYUNAR Y TOMAR UN CAFÉ Y UN PASTEL
El mejor sitio para desayunar que hemos encontrado, en la zona centro, es el Granier. Es semi autoservicio, pides en la bara y te dan una bandeja con todo lo que has pedido y si algo lo tienen que preparar, como tostadas, te lo llevan a la mesa. Puedes escoger entre muchos cafés, tés, zumos naturales y por supuesto refrescos, aguas y otras bebidas. Para comer tienes parte dulce y parte salada con mucha variedad y churros a primera hora. De calidad muy aceptable, de precio increible, pero sus camareras/os son inigualables. Son atentos con todo el mundo y a las 8 de la mañana es una cosa que impresiona, sin estridencias, pero como si estuviéras en casa.
Para tomar un café a media tarde con un dulce, nos gustó Limón y Menta, es muy pequeño, en la plaza mayor casi. No hay nada extraordinario, salvo unas crocantinas que tienen, y sobretodo la de piñones y sus pastas de té. Tómate un té o un café con una de ellas, te sentará bien y no es grande ni empalagosa.
Como pastelería, nos ha agradado mucho más la que está al lado del acueducto de donde toma su nombre, pastelería El Acueducto. Todo muy bien, pero destacamos sus bombones de mil sabores y también sin azúcar.
Podiamos poner más detalles, pero creo que ya nos hemos extendido suficientemente como para que te hagas una idea de como pasar unos días en un sitio tan bonito y acogedor como Segovia.